Está claro que aquellas empresas que consigan fomentar una sólida cultura de la innovación entre los miembros de su equipo serán aquellas que lo tengan más fácil a la hora de innovar de manera constante.
Impregnar todas las áreas del negocio de una mentalidad enfocada a la innovación permite multiplicar las fuentes de ideas nuevas, y también las oportunidades de llevarlas a cabo de manera eficiente y beneficiosa.
No hay que olvidar que la cultura de la innovación, aunque se divulgue entre los miembros de la empresa, no es una finalidad per se, sino que debe acompañar a unos procesos de innovación reales y con buenos resultados.
Innovar es cosa de todos
Cuando una empresa ágil opta por involucrar a sus equipos en las iniciativas de innovación internas, implicándolos en el proceso desde el principio, obtiene una gran cantidad de conocimiento, agregando la inteligencia de todos los empleados para ganar riqueza en puntos de vista y poder orientar mejor las acciones que se llevan a cabo.
«La participación del equipo en la innovación también actúa como filtro»
Con esta mentalidad a la hora de trabajar, la necesidad de innovación puede provenir de muchos departamentos distintos, pero la participación del equipo en este tipo de proyectos va más allá de ser un surtidor de ideas, ya que también actúa como filtro.
Examinar y perfeccionar las ideas de manera colectiva y continua facilita mucho el descarte de aquellas propuestas que no tienen futuro, el cambio de las que tienen margen de mejora, o la supervivencia de las que pueden ser decisivas en la evolución de la empresa.
Involucrando a las personas de la organización se agiliza y se optimiza el proceso de innovación. Este filtro, junto a otras limitaciones que puedan detectarse (recursos, estrategia…), facilita la toma de decisiones en primeros estadios, ahorrando tiempo y costes y alineando perspectivas para que solo sobrevivan las mejores ideas.
Ingredientes para una buena cultura de la innovación
Para que esta cultura empresarial cale hondo en una organización, hace falta que desde la dirección se tomen decisiones para propiciar este clima colaborativo desde el primer momento.
Para empezar, los cargos directivos tienen el poder de facilitar la participación a aquellas personas que están más cerca del mercado, y deben hacerlo promoviendo al máximo el flujo interdepartamental de información desde una perspectiva horizontal.
Romper con el estereotipo que únicamente el departamento de innovación tiene poder de decisión en el proceso permitirá ganar nuevas oportunidades con el intercambio, y para ello todos los empleados deben sentir que forman parte de un mismo engranaje.
«Es necesario que todos los participantes jueguen con las mismas reglas y persigan unos mismos objetivos»
Invitar a distintos stakeholders a la empresa en etapas iniciales del ciclo puede resultar muy útil para juzgar y refinar las ideas. Por ejemplo, las perspectivas de personas externas a la organización pero expertas del sector o con experiencia previa pueden abrir miras y ayudar a analizar las cosas desde otro punto de vista.
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Este tipo de dinámicas se suelen vehicular a través de workshops de co-creación, en los cuales se comparten ideas de personas tanto internas como externas a la organización y se priorizan las temáticas más relevantes. Pero para que eso sea posible, hace falta tener un marco de referencia común.
Para que la cultura de la innovación realmente reme a favor de la evolución y no en contra, es necesario que todos los participantes jueguen con las mismas reglas y persigan unos mismos objetivos, y en este sentido la figura del facilitador es esencial.
Tener una visión intermedia que sirva de traductor permite alinear visiones y expectativas, para que a la hora de juzgar ideas o desarrollarlas en detalle se haga hablando el mismo idioma, evitando malentendidos o que el choque de opiniones nos juegue una mala pasada.
Inspirarse en lo que funciona
Se da por hecho que la innovación siempre surge del cambio, pero es importante matizar que también podemos encontrar el siguiente paso del camino tomando como referencia aquello que ahora mismo está yendo bien.
Poner el foco hacia dentro y observar las buenas prácticas de nuestra organización, aquellas que generan buenos resultados, puede servirnos como guía a la hora de crear nuevas soluciones y seguir creciendo en la dirección adecuada.
La importancia del porqué
Al inicio del artículo decíamos que disponer de una cultura de la innovación fuertemente arraigada no es más que un síntoma de que la innovación ya es una parte inherente del ADN de la compañía y un reflejo de los buenos resultados de la misma.
No obstante, eso no es siempre así. Para que los procesos de innovación funcionen realmente también es esencial que los agentes que los facilitan sepan el motivo por el que lo hacen, compartiendo este espíritu desde un enfoque corporativo.
«Es más fácil ser proclive al cambio si sabes por qué»
Saber recordarle a la gente que conforma tu organización la importancia de su trabajo y de qué manera puede contribuir a mejorar la actividad de tu empresa en pos de un mundo mejor es esencial para que adopte esta perspectiva en su día a día.
Porque, en definitiva, es más fácil ser proclive al cambio si sabes por qué.