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Industria 4.0

Del futuro al presente de la Industria 4.0, un camino de colaboración

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Vanessa Nuñez

Business Partner en Peninsula

La actual crisis nos ha arrojado al futuro acelerando un desarrollo digital que ya existía en la gran mayoría de sectores. En el caso de las empresas industriales, ha puesto de manifiesto además la necesidad de mantener y potenciar localmente industrias estratégicas y de alto valor añadido para hacer frente a retos como los de la actual crisis, que aunque sea una crisis sanitaria, ha puesto en jaque a todo el sistema, evidenciando lo que ya sabíamos: la profunda interconexión y la necesidad de aplicar una visión holística e integradora a los problemas.

En cuanto al proceso de digitalización en el sector industrial, se trata de un proceso de capacitación que normalmente empieza transformando operaciones para luego incidir en la experiencia de trabajadores y clientes y acabar creando nuevos modelos de negocio. Para ello se requiere, por un lado, invertir en el uso e integración de tecnologías avanzadas que permiten transformar procesos y flujos de trabajo, y por otro trabajar en un ecosistema extendido que facilite escalar sus soluciones. Hacer esto desde cero, a menudo resulta complicado, saber por dónde empezar y dónde invertir tiempo y recursos, habiendo tantas opciones abiertas y habiéndose convertido la tecnología en algo mucho más accesible, casi una commodity.

Del producto al negocio digital

El concepto de Industria 4.0 incorpora y extiende la conectividad digital en el contexto del mundo físico a iniciativas digitales y redes de suministro digital. Esto lleva el proceso físico de fabricación, distribución y funcionamiento a un ciclo constante conocido como el circuito físico-digital-físico. Las tecnologías de la industria 4.0 combinan la información digital que proviene de diferentes lugares y fuentes, tanto físicas como digitales, e incluyen el internet de las cosas (IoT), el análisis de datos, la fabricación aditiva, la robótica, la computación de alto rendimiento, la inteligencia artificial y cognitiva, materiales avanzados y realidad aumentada.

De la noche a la mañana muchas empresas de hardware necesitan entrar en el negocio del software, del uso de datos, de la conectividad, la cadena de suministros, la ciberseguridad o las plataformas. Y la secuencia tradicional de “ideación, diseño, prototipo y fabricación” ha de ser sustituida por otra que incluya la capacidad de ser reactivo a nuevas necesidades y al feedback del mercado. En la era digital esta es la única manera para una empresa de producto de poner al usuario en el centro.

Las empresas de hardware no pueden permitirse contar con procesos que comportan, por ejemplo, un modelo de coche nuevo para ser llevado al mercado a varios años vista. En su lugar, se necesita un ajuste constante de iteraciones de ideas, productos y servicios asociados. Es en este sentido que se necesita combinar flexibilidad y agilidad –la flexagilidad– es decir, la voluntad de cambio con la agilidad de reorganizar los procesos internos rápidamente.

Lo que antes eran productos mecánicamente excelentes se convierten ahora en productos inteligentes conectados que funcionan como plataformas. Y para crear y gestionar plataformas las empresas necesitan construir y coordinar ecosistemas que sostengan estas plataformas. Esto conlleva saber identificar y conectar con socios que puedan aportar las tecnologías, datos o servicios  que generen valor alrededor del producto y mejoren la experiencia de los productos inteligentes conectados.

Adaptabilidad no es imitación

No obstante, es importante tener en cuenta que no existe un estándar ni un modelo organizativo único y cada organización deberá poder adoptar la mentalidad y capacidades adecuadas que les permitan discernir qué está sucediendo realmente en su negocio y de qué manera pueden generar alto valor en los nuevos escenarios, tanto en el actual como en los posibles por venir.  Adaptabilidad no quiere decir imitación.

A modo de brújula, sirve pensar que el desarrollo de la industria 4.0 deberá poder tener un impacto directo en algunos de los indicadores principales, ya sea reduciendo costes de mantenimiento o los tiempos de inactividad, ahorrando en costes de inventario, ganando productividad y seguridad, etc.  En un principio, las soluciones más populares son sobre todo aquellas orientadas a la optimización de procesos y a la mejora del flujo y calidad de los procesos, puesto que ofrecen resultados más tangibles y claramente relacionados con el ROI. Pero a medida que se avance en la transición hacia modelos de sistemas totalmente conectados, irán ganando terreno soluciones que desarrollen además el ámbito de los sensores y el escaneo, la ciberseguridad o la cadena de suministros y, sobre todo, el uso de datos para crear nuevos modos de generar valor y nuevos modelos de negocio.

Nuevos modelos de negocio

Los expertos señalan que la cadena de valor tradicional irá pivotando cada vez más hacia experiencias hiperpersonalizadas, y productos y servicios determinados por modelos de negocio innovadores, dando lugar a nuevas fuentes de ingresos.

Los productos no se venderán y ya está. Después de la entrega, la mayoría de ellos se mantendrán conectados con el fabricante transmitiendo datos, y permitiendo una gestión posterior a la venta. Se habla de que los fabricantes harán uso de un “cordón umbilical” que les permita seguir funcionando como mentores, service designer, un departamento de innovación de por vida. Con ello podrán utilizar la inteligencia inherente al producto para hacerlo más reactivo a las necesidades de su entorno y usuario.

Para llevar a cabo este camino, la nueva economía requiere una estrategia diferente, donde los socios tengan un mayor papel en la innovación, producción y distribución. Hablamos pues de una estrategia doble, por un lado transformar la estrategia de producto, los procesos de Ingeniería y la cultura, y por otro la estrategia de alianzas estratégicas.

Nueva estrategia de alianzas estratégicas

De nuestras conversaciones con empresas del sector sabemos que la necesidad de ver al proveedor como socio y ser capaz de adoptar la mentalidad de la co-creación está más arraigada en el sector industrial que en otros. Establecer relación con un proveedor, startup, universidad y trabajar juntos para resolver un problema con un KPI claro y donde valga la pena invertir en este momento no es una práctica nueva para las empresas de ingeniería industrial.

Las startups aportan una propuesta de valor única en este sentido, ya que ofrecen mucha más flexibilidad y customización. Además, sus servicios son más asequibles económicamente, si las comparamos con empresas ya establecidas, y poseen un equipo multidisciplinario de emprendedores que han trabajado tanto en el desarrollo como en la implementación, capaces de ofrecer soluciones de principio a fin. Finalmente, dado el tamaño de su estructura, pueden ser mucho más ágiles dando respuesta a cambios en el ecosistema, adaptándose a plataformas más grandes y a necesidades individuales de los clientes.

Así, mientras que a muchas empresas aún les falta una mejor comprensión de las tecnologías de la industria 4.0 y pueden sentirse inseguras a la hora de decidir por dónde empezar, la colaboración puede ayudarlas a ganar conocimiento, escalar más rápidamente y beneficiarse de las competencias y capacidades de sus socios, al tiempo que comparten su conocimiento y experiencia, de modo que ambas partes ganen. La buena noticia es que no es tanto un tema de recursos como de prioridades. El sistema y el ecosistema está maduro, hay numerosas experiencias que han funcionado y funcionan cada día y las personas y equipos empiezan a estar preparadas para trabajar y aprender de esta nueva manera. ¿A qué estamos esperando?

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