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Herramientas de innovación

Innovación, sostenible por definición

No hay innovación sin sostenibilidad. Y aunque habitualmente asociamos el concepto sostenible al medio ambiente, este término es mucho más amplio, e incluye todos aquellos aspectos políticos, económicos y sociales a tener en cuenta al crear un sistema capaz de autogestionarse y de ser viable de manera indefinida.

En el momento en que una empresa se propone descubrir nuevas soluciones a sus problemas o mejorar la manera de hacer las cosas, no hay otro modo de hacerlo que gestionando sus recursos económicos, humanos, materiales o tecnológicos de manera equilibrada para crear valor y sostenerlo en el tiempo.

“Una idea solo es innovadora cuando se enmarca dentro de un sistema equilibrado a largo plazo”

Y aunque dicho así pueda parecer evidente que una idea solo es innovadora cuando se enmarca dentro de un sistema equilibrado a largo plazo, las circunstancias del día a día y la orientación a resultados nos hacen perder este foco estratégico a la hora de tomar decisiones.

A veces resulta complicado transmitir esta necesidad a la dirección, especialmente cuando apostar por la innovación sostenible puede poner en jaque el statu quo de la compañía y afectar de algún modo a sus resultados. Sin embargo, alinear la visión de los directivos y visibilizar los beneficios de adoptar esta perspectiva sostenible es esencial para conseguir un cambio.

Sostenibilidad, también de recursos

La sostenibilidad no está reñida con la rentabilidad o la competitividad. De hecho, aparte de ser una buena vía para encontrar nuevas ideas y oportunidades de negocio, también puede servir para mejorar los resultados económicos a largo plazo.

Analizar de cerca la cadena de valor de la empresa y ver cómo hacerla más sostenible, ya sea favoreciendo a proveedores eco-friendly, adelantándose a las regulaciones, estudiando el uso de nuevos materiales o mejorando la comunicación con los empleados, se traduce directamente en una gestión más eficiente de sus recursos, y por lo tanto en una reducción directa de los costes operativos.

Estrechando lazos con tu público

La concienciación del consumidor con las buenas prácticas ha aumentado a lo largo de los años, y cada vez son más las empresas que se ven movidas a mejorar sus actividades para alinearlas con los objetivos de desarrollo sostenible y conseguir una mayor aceptación por parte de la sociedad.

No todos los negocios son capaces de involucrar a los consumidores en esta evolución. Encontrar soluciones a sus verdaderos problemas y hacerles participar en el proceso genera una relación de confianza mutua, en que compartir información de manera bidireccional es clave. De esta manera, la empresa consigue ser transparente con sus públicos, y a la vez llegar a conocerlos mejor a la hora de satisfacer sus necesidades.

Mejorar el mundo del que formas parte

Está claro que la sostenibilidad debe ponerse en el centro del desarrollo de cualquier actividad empresarial para que esta sea exitosa. Una empresa debe servir a la sociedad en la que vive, no solo proporcionando nuevas tecnologías o servicios, sino guiándose por los problemas y necesidades que puede resolver y haciendo todo lo posible por conseguirlo.

Tomando este enfoque y poniendo por un momento el rédito propio en segundo plano, la empresa puede tener un impacto real en el mundo y mejorar su relación con los agentes de la sociedad, colaborando estrechamente con la administración pública, escuchando a las plataformas de consumidores o fomentando buenas prácticas en la competencia. 

La sostenibilidad, una carrera a tres bandas

El desarrollo sostenible corre el riesgo de convertirse en un conflicto de intereses del gobierno, de los consumidores y de las empresas, cada uno con sus propios objetivos. Las tres partes tienen muchísimo poder, y es esencial que desde el bando de las empresas consigamos encontrar encajes comunes con los otros dos para poder avanzar.

Eso solo puede pasar cuando el conjunto de CEOs admitan una simple verdad: innovación = sostenibilidad. En muchos casos ya se ha conseguido, pero como decíamos al principio, algunas cúpulas de dirección son reticentes a aceptarlo, y temen que ser sostenibles les haga ser menos competitivos o perder dinero.

La mejor manera de demostrarles lo contrario es recopilar pruebas que lo corroboren. Si bien es cierto que en las empresas se tienen muy en cuenta los KPI financieros o de ventas, por ejemplo, hasta ahora no se ha considerado el impacto real de nuestras acciones sostenibles, y eso debe cambiar. Pero… ¿cómo?

Identificando las estrategias sostenibles actuales y potenciales. Podemos tener una imagen global más clara que nos ayude a ser conscientes de nuestros esfuerzos de sostenibilidad viendo qué medidas se están tomando actualmente o qué cambios se pueden hacer en las prácticas operacionales y de gestión.

Determinando y cuantificando los beneficios de estas acciones. Si hay algo más positivo que saber lo que se está haciendo, es saber cuánto impacto tiene. Por eso, es esencial establecer métricas que nos ayuden a controlar el resultado de cada una de las acciones y estrategias identificadas previamente mediante números.

Calculando el valor monetario derivado. Añadiendo el dinero a la ecuación, es mucho más fácil visualizar hasta qué punto una dirección sostenible en la actividad de una empresa puede influir en sus resultados económicos. De este modo tenemos la prueba definitiva de que ser sostenible no significa perder dinero, sino todo lo contrario.

Siempre ha estado claro que la innovación sostenible aporta beneficios al medio ambiente, a los consumidores y a las administraciones, pero lo que tal vez no ha sido tan evidente (por lo menos, hasta ahora) es que los negocios también ganan. Lo único que hace falta es saber medirlo.

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